jueves. 28.03.2024

Cazar a los incendiarios que han podido causar la oleada de incendios que arrasa los montes de Galicia y Asturias es tan difícil como encontrar una aguja en un pajar, y aunque todos los indicios apuntan a que muchos de ellos han sido intencionados, la investigación se presume larga y complicada.

 

Porque, como gráficamente resumen a Efe fuentes del Seprona de la Guardia Civil, "el monte no habla" y "la escena del crimen ha acabado arrasada". De todos modos, el instituto armado mantiene desplegado un equipo de investigación muy cualificado para averiguar las causas y, en su caso, localizar a los autores de esta oleada de incendios, muchos aún activos pese a las intensas labores de extinción.

 

Fuentes de la investigación consultadas por Efe no descartan ninguna hipótesis en el caso de Galicia, pero señalan que los indicios parecen sugerir "una clara intencionalidad", tanto por la estructuración de los focos, por la distancia entre unos y otros y por su desarrollo, que evidencian que el móvil ha sido "causar el mayor daño posible".

 

Y esta línea de investigación la podrían reforzar otros indicios, como que los focos se prendieran en intervalos muy cortos de tiempo y en lugares muy propicios para su propagación y complicados para la entrada de los servicios de extinción, las autobombas, de tal manera que cuando éstas llegaran, las llamas ya se habían extendido. Es la hipótesis que cobra más fuerza una vez descartada prácticamente la de la existencia de una red criminal que estuviera detrás de los incendios, aunque sí parece evidente que haya habido varios autores y que estuvieran muy organizados.

 

Si efectivamente ha habido intencionalidad, los posibles responsables sabían que la meteorología (los vientos racheados que se esperaban), la sequía y la baja humedad contribuirían a aumentar los daños. Independientemente del resultado final de las pesquisas, lo cierto es que investigar un incendio es más difícil que un homicidio y, por eso, es necesario que se aumente la inversión (aún insuficiente) en medios humanos y materiales, del mismo modo que se hace con la prevención y la extinción (las otras dos patas de este fenómeno).

 

Porque se trata de conseguir que el incendiario acabe en la cárcel y, para ello, pillarle con las manos en la masa es esencial, como ha ocurrido este año en Galicia, donde la Guardia Civil ha logrado sorprender "in fraganti" a tres, para quienes los jueces han ordenado ingreso en prisión.

 

No resulta fácil, comentan a Efe fuentes del Seprona, seguir a un sospechoso que se mueve por el monte, donde no hay testigos, ni vídeocamaras ni repetidores ni antenas a cada paso. "Seguir a alguien en Madrid las 24 horas es difícil, pero en medio del monte en Galicia lo es mucho más. Aún así, se han conseguido detenciones", añaden. Dicen los expertos que el 95 por ciento de los incendios se produce por la actividad del hombre y solo un 5 por ciento por causas naturales. En ese 95 por ciento se incluyen los negligentes (por descuidos y que no pretenden producir daño) y los intencionados (sí pretenden originarlo y cuanto más, mejor).

 

Una intencionalidad que tiene varias motivaciones: conseguir un beneficio económico, perjudicar a un tercero (a un ganadero, por ejemplo), intentar forzar resoluciones de la administración (contratos a brigadistas que se van a quedar en paro) o utilizarlo como una herramienta de extorsión). Incendiarios que deben distinguirse de los pirómanos, porque éstos suelen tener un trastorno de control de los impulsos y les produce placer contemplar el fuego y sus consecuencias.

 

Obtener pruebas es harto complicado y para ello, dicen los expertos, se necesitan medios y una investigación "altamente especializada", aplicando técnicas que se utilizan para esclarecer delitos considerados muy graves, como seguimientos o intervención de las comunicaciones, entre otras.

 

De ahí, la necesidad de mayor inversión. Antes de nada, cuando se produce el incendio los investigadores realizan un estudio de la situación de riesgo de la zona, de los datos estadísticos, del entorno, etc... para continuar después con un segundo paso: la inspección ocular y la recogida de pruebas que ha podido dejar el fuego. Resaltan las fuentes del Seprona que tan difícil es localizar el punto de origen del fuego como identificar su causa. Una vez conseguido, se ponen en marcha las técnicas de investigación para esclarecer el delito y, sobre todo, para conseguir aportar la prueba. En ello están los investigadores, tanto en Galicia como en Asturias.

Cazar a los incendiarios de Galicia y Asturias: buscar una aguja en un pajar